lunes, 17 de agosto de 2009

El Último

Te veías tan hermosa, con tu piel blanca, nívea diría… Tus ojos siempre bellos rehuyendo los míos. Por más que intenté no conseguí una mirada tuya.
Nunca reparaste en mí. Lo sé. Suelo pasar desapercibido, pero tu indiferencia me exasperaba. Si al menos me hubieras despreciado… como otros que me condenan por mis obligaciones. Pero no, ni siquiera me regalaste tu desdén.
Esperaba verte pasar por los pasillos, espiando por la puerta entreabierta. Cuando aparecías la luz que emanabas me quemaba los ojos. ¿Cómo se puede amar tan ciegamente? Sin esperanza, sin más alimento que el íntimo deseo de ser descubierto, de esperar el milagro de una mágica revelación que te hiciera saber de mi amor perfecto, de mi pasión sin estrenar, esperando solo por ti.
Y ahora estás aquí… amor mío… solo mía. ¡Existen los milagros! Por fin sabrás de mis deseos, de mi contenido frenesí. Exploraré cada rincón, con morboso arrebato, tus secretos me inundarán. Mis manos te recorrerán sin tregua. Tu más recóndita intimidad me ha de pertenecer. Tendré de ti lo que nadie tuvo. Y tú… entregada. Tendida a mi merced, con expresión taciturna. Sé que me deseas. Tus labios sellados para siempre no lo dirán, pero yo lo sé. Lo dicen tus entrañas, tu sangre, el mudo grito de tu voz.
Supe esperar… Seré yo quien firme el triste papel que certifica las causas de tu muerte. De aquí te conducirán al crematorio y todo habrá de terminar.

Fui el último en verte amor mío…Te veías tan hermosa, con tu piel blanca, nívea diría… Tus ojos siempre bellos rehuyendo los míos। Por más que intenté no conseguí una mirada tuya…









No hay comentarios:

Publicar un comentario